martes, 23 de diciembre de 2014

El amanecer de toby. (Miguel Medina)



El Amanecer de toby.

Amanecía…  Toby veía el amanecer desde una esquina, en el desconcierto del silencio aquel que viene luego de la vorágine.  La esquina no era la que toby conocía. Era otra, incluso los olores típicos de su barrio y de esos árboles previamente marcados por el habían cambiado.  El, por lo general, con su privilegiada nariz lograba marcar un sendero sensorial hasta el calor de su hogar pero esta vez no le funcionaba.  No era como siempre.  El solo olía resabios de parrillas apagándose con el viento de la mañana, cerveza derramada por doquier,  mientras evadía algún que otro auto que rebasaba su velocidad aprovechando el desolado escenario de feriado religioso y laboral. Y ese invasivo elemento volátil que los de dos patas llamaban pólvora.

Inquieto Toby, caminaba errático y esquivo por donde alcanzaba moverse, pues  de la noche a la mañana tenia todo un mundo a su merced tan grande como complicado. Incluso para un perrito mestizo y listo como el… Que sabia manejarse con mucha soltura en la vereda de su casa, a tal punto que ni correa necesitaba.  Solo bastaba la escolta mirada del mal llamado amo. Y el chistido que le indicaba que debía regresar adentro de una vez.  Pero este no era el caso,  esta noche no había escuchado chistido alguno, ni había contado con la mirada vigia de quien le había dado un hogar.

Agitado, con la mirada exaltada, trataba de seguir a los caminantes esperando reconocer algún olor, alguna botamanga de pantalón que le devolviera ese olor que tanto recordaba y queria volver a sentir.  El de su padre de dos patas, el que lo adopto siendo un pequeño cachorro.  Pero solo conseguía un patadon de algun torpe caminante debido a la bebida que toby lograba esquivar con mucha facilidad. Pues sus sentidos estaban a mil. Su corazón latia con fuerza mientras jadeaba de manera exagerada.  Preguntandose, donde  esta mi papa!? Donde esta mi familia? Toby notaba que ese árbol le parecie familiar, mejor se dirigia hacia alla, pero era una falsa alarma. Paso a paso se alejaba mas de su casa irónicamente en búsqueda de la misma.

Habia caminado por horas, para ser exactos unas seis.  Tantas horas de caminar podrían haberlo llevado demasiado lejos, como también haberlo hecho caminar en círculos manteniéndolo en la manzana de su vecindario. Daba igual, que mas le daba si su olfato no funcionaba y eso lo condenaba a la incertidumbre de un animalito domestico extraviado y sin poder expresarse salvo por un aullido en la soledad de un feriado en el que el cielo se le había venido encima.

Su ultimo recuerdo hogareño había sido ver a su dos patas con las copas en alto. Sonrisas por todos lados, algunos gritos entonados y un brindis que derivo en abrazos y palmadas de espalda en deseo de buen augurio. Era todo perfecto, todos estaban en casa,  toby había recibido la comida que mas le gustaba pues sobraba por todos lados, incluso se caia por los rincones de la mesa, solo debía estar expectante y esperar un descuido para aprovechar y darse su panzada.  Degolpe todos arrastraron sus sillas para levantarse de la mesa abrieron la puerta y salieron a festejar con unas cajas coloradas y unos encendedores.  Grandes y chicos, todos para afuera, y siguiendo la ola siguió a la jauría familiar a la puerta de su casa.

El cielo se puso rojo, luego azul, luego blanco.  El suelo se puso color fuego.  Se lleno de chispas que destellaban mientras sus oídos no daban abasto. Escuchaba al universo recaer en sus oídos.  Aquellas orejas que le servían para vigilar y cuidar a su flia esta vez se habían inhabilitado, entre explosiones y risas infantes y adultas,  erupciónes de corchos volando hacia la luna misma.  Y la mirada invadida de destellos trato de resguardarse, hacer lo que todo perro sabe hacer, que es mantenerse a salvo.  Y se retiro del peligro, corrió exactamente al punto contrario del caos, de la pólvora, de las risas de los ebrios, de los niños e inconscientes. Comenzando una travesía que lo hundió en desesperación y desconcierto.
Porque tanto caos? Porque mis oídos duelen? Porque no puedo oler a mi familia? Se preguntaba toby mientras se movia por cada sendero que notaba seguro.  Explosion a explosión equivalía a un escape y a 50 nuevos pasos lejos de casa.  Las cuadras pasaban,  el fuego lo seguía, estaba en el cielo, en la tierra en las paredes en las manos de las personas que veía mientras corria invadido de terror.  Algunos con una botella en la mano izquierda y un petardo en la derecha y para concluir con una sonrisa en la boca. Todo lo contrario a lo que toby expresaba en una paradoja de sentimientos abrumadores provocados por aquellos que tienen el privilegio de pedir ayuda con solo abrir la boca. Con solo dar una señal a sus pares.

Rodeado de furia,  camuflada de fiesta y alegría. No era mas que la descarga de un año duro y pesado ante el esfuerzo de un bolsillo flaco y un trabajo arduo que solo una vez al año tienen la oportunidad  de dar revancha a base de estruendos, gritos, alcohol y heridas inesperadas.

No era el caso de Toby. Un cuatro patas que no necesitaba regalos para querer a su dos patas preferido. No necesitaba dinero, ni ropa de marca, ni un auto ultimo modelo.  No necesitaba un banquete, ni presumir sus logros o atajarse ante los logros ajenos.  No necesitaba alcohol, ni reventar los cielos, no necesitaba perder su olfato, ni quedar sordo y ciego, ni siquiera por un momento.  No necesitaba el desconcierto, la soledad, las patadas de extraños borrachos ni esquivar autos a toda velocidad.  No necesitaba descargar frustraciones, pues lo tenia todo, no tenia broncas, ni excusas para tirar la casa por la ventana en modo de revancha con la vida. Toby no debía nada, solo debía vivir en paz con su familia hasta el ultimo dia de su noble existencia.  La cual había dedicado a un hombre, aquel animal de dos patas, que esa noche gasto su aguinaldo en algo llamado pirotecnia, porque sus vecinos la usan cada año, porque el firmamento y sus colores brillantes lo llamaban a participar.

Mientras todos estaban en un caos de supuesta festividad, toby, un simple cuatro patas sin darse cuenta antes del inesperado giro cumplia el siginificado de esas fechas, el estar en paz con su flia ofreciendo y recibiendo amor.  Pues toby ya no estaba en su hogar.  El ya era parte del todo, para luego ser parte de la nada.  
Atado a la esperanza de que su dos patas amado se recupere de la rasaca, se ponga de pie y se pregunte… A donde esta mi amado toby? Quejandose por la injusta desaparición de su amigo.  Echandole la culpa al destino, o simplemente a algún familiar que abrió la puerta. 

El dos patas se lava la cara y despabila con un café,  se saca la ropa de entrecasa. Se viste dignamente, y con mirada preocupada abre la puerta para salir a buscarlo.  Abrigo mediante, y el seño resignado, emprende la búsqueda con incertidumbre,  y echándole la culpa al albedrio de la vida.  Aquel que lo llevo a quemar los suelos y los cielos y enceguecer la inocencia de su mejor amigo. 

El dos patas se pierde por la esquina con jaqueca y algo atolondrado al caminar, pues había sido una noche agitada con muchas emociones. Incluso no sabia si había llorado de alegría o ebriedad.  Comió, bebió, salto, corrió, abrazo, beso, felicito y despidió a su gente. Todo eso en una noche de festividad que en sus ojeras recaía. Hasta que en un momento el dos patas se arrodillo, con su cabeza a gachas se inclino y en ese momento, no tenia ganas de comer, beber, saltar correr, abrazar, besar ni felicitar a nadie, ni siquiera se le ocurria quemar los suelos y el firmamento.  Pues su mejor amigo yacia inerte en el olvido del asfalto que la había dado cobijo esa noche de terror y desconcierto.  En un feriado festivo luego de alzar las copas tuvo que hundir una pala para despedir a la nobleza y compañía manifestada en su hermoso perro.

 Y es tan básico e ironico como eso, alzar las copas y hundir la pala. Reflexion que surgía de su mente pese a que ya era demasiado tarde. Lagrima mediante, miro la sepultura de su compañero y coloco su vieja correa erigida en una vara cual árbol de navidad y sus adornos tiempo antes.  Ese mediodía el dos patas juro parecerse lo mas posible a su perro.  Juro ser leal y apasionado como toby lo había sido. Y respetar el significado de esas fechas como su perro sin darse cuenta cumplía en su inocencia. Dando y recibiendo amor sin medir consecuencias. Y no solo en épocas de fiesta, sino cada segundo, hora y dia de su vida…  (Miguel Medina)

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